Un cuento...

-No me beses…- pidió cuando sus alientos se juntaron.
Su voz teñida de llanto, la vista clavada en sus ojos. Lo más profundo de su mirada contradecía sus palabras, rogaba por un beso. Ahí y ahora; con las olas golpeando sus cuerpos, la arena mojada molesta entre los dedos de los pies, el sol desvaneciéndose en el horizonte, dado paso a la belleza de la oscuridad teñida de sangre. Cada fibra de su ser notando el peso de él, su calor, la fiereza de su mirada
-¿por qué?- pregunto él sin apartar su rostro, sin despegar la mirada de su boca. En su mirada reflejado el anhelo y en sus palabras la muda convicción de que la iba a besar, y que lo único que deseaba era que ella no le rechazara. Todo daba igual, solo importaba la hermosura de que aquel momento la delicadeza de ella. Nada evitaría que le besara, bien podría llegar el mismo Dionisio que no se la arrebataría de sus brazos. Mientras ella estuviera hay todo estaría bien.
-por que si me besas seguro que despertaré-dijo tranzando su cara- sin tus labios, sin tus ojos, sin ti…-posó un dedo en sus labios, pidiendo su silencio antes de que replicara, lo cual acabó en otra deliciosa caricia trazando el contorno de sus labios, mientras perdía el hilo de sus palabras y soñaba despierta con la ternura de sus labios-sin saber que aún te amo…
-¿Aún?-pregunto él.
Y en ese momento, supo que ella siempre le había querido desde las sombras cuan fantasma de la opera. Con aquella mirada supo todo lo que necesita saber. Y la beso. La beso como si no hubiera mañana, como si no existiera nada más que ella. Ella no pudo resistirse y le siguió mientras notaba como cada sentimiento de su interior salía a flote, brotaba. Labios contra labios, su aliento en la majilla acariciándola, sus dedos jugando en su pelo, tentándola a perderse.
Con los ajos cerrados cada vez estaba más perdida en el momento, no sabia quien era, ni lo que hacia, solo con quien estaba y que no quería que acabara jamás. Pero el se alejó de ella, y poco a poco volvió a escuchar el arrullo de las olas, y sentirlas chocar contra sus pies, poco a poco volvió a escuchar el tic-tac de su reloj, su respiración. Cuando su corazón  volvió a latir con regularidad, abrió  los ojos.


-¿¡Y!? Mamá, no lo puedes dejar así- exclamo su hija. La pequeña se había hecho mayor, y solo pensaba en un caballero de brillante armadura.
Su madre sonrió con pesar, recordaba aquellos tiempos, recordándolo a él.
-Sí, ¿y?-coreo su marido, con  los ojos brillando por los recuerdos, formando una mirada cómplice. Dejo su puesto, recostado en el marco de la puerta y acudió a sentarse con ella y su hija. Cogiendo a la niña en brazos de su madre y encarándola con la mirada, deseando tanto como su hija sabiendo que toque final le daría.
-¿Despertó?- preguntó la pequeña abrazada a su padre.
El silencio se hizo pesado mientras todos esperaban al final. Ella miró a los ojos azabache de los que hace tanto que se enamoró.
-No-proclamó-al fin y al cabo el no era ningún príncipe azul.
Y con una última mirada a la luz azabache de sus ojos, acostaron a su hija, quien antes de dormir pudo ver las figuras recortadas de sus padres mientras se besaban. Y alguno pensaba: “sí, era un sueño, desde el primer momento que te conocí empecé a soñar, soñaba que todo podía ser real.”

3 comentarios:

  1. Guao, que bonita. Realmente me llego dentro!
    Un beso y sigue escribiendo asi!
    Saludos!

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  2. Ooooooh que precioso!
    En serio me a encantado! ^^
    Un beso (:

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  3. lauraa
    lo as escrito tu?? me encanta, es precioso!
    se nota kee se te da biien escribir :) Un besazo!

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