Escucha...

El hablaba pero ya hacía tiempo que había dejado de escuchar. Pensaba en que pasaría por su cabeza, y en porque sus labios no dejaban de moverse. Coloqué un dedo sobre sus labios, disfrutando la sensación.
-Shhh... escucha mi corazón.
Él apoyó su cabeza en mi pecho, mientras mi respiración se aceleraba.
_¿Le oyes?- pregunté.
-Sí.
Poco a poco fue subiendo su boca hasta acariciar mi cuello, bajo los latido de mi corazón.
- ¿Y qué dice?- pregunté trémula.
-Ámame- susurró en mi cuello haciéndome estremecer.
-¡Qué bobada!- sentencié- ¿Por qué iba a decir tal cosa?
Fue entonces cuando memorizo cada rasgo de mi cara.
- Porqué tú también me amas.
Mi mirada se encontró con la suya interrogante.
-¿También?
-¿Ves lo que te digo?- sonrió.
Y me besó, sus labios calleron sobre mí de forma inesperada. Fue entonces cuando descubrí que le amaba. Y mientras nos besábamos recordé cada uno de los momentos en lo que nos decíamos con a mirada que nos amábamos sin saberlo y fue hermoso.
Nos fundimos en aquel beso mientras nada era lo sucientemente cerca. En aquel momento no puede evitar reir, reí mientras aun le besaba, reía porque jamas había sido tan feliz.
-¿Por qué ríes?- pregunto.
-¿Y porque no?-ataqué juguetona- Hoy el mundo es hermoso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario