5.Él

Necesito matar, quiero el temor de mi víctima entrando por cada poro de mi piel,  mientras siento un escalofrió de placer y un gemido brotar de mi garganta. Pero ella me llama, me distrae, distrae mis pensamientos y mientras cada noche la contemplo, me hace olvidar mis ansias. El pueblo se empieza a relajar, poco a poco su miedo mengua. Ellos lo han querido, actuaré con más fuerza. Pues cuando vi mi reflejo, por fin me deshice del embrujo de aquella mujer. Mi piel se tornaba cenicienta, perdiendo su marmóreo blanco, mientras que mis ojos olvidaban el reflejo de las llamas del infierno. Desvaneciéndose así su brillo y volviéndose opacos,  no matan ya a un simple mortal…

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