La chica que quería vivir entre las hojas de los árboles.

El silencio general interrumpido por el piar de los pajaros, mis pisadas silenciosas como si fuera un fantasma que anda sobre la vida de otro, el murmullo de los coches muy lejanos como recuerdo de la realidad...
Mi piel helada por el viento y retazos de conversaciones de desconocidos riendo.
Poco a poco el resguardo de los árboles se pierde dejando paso al ruido de la ciudad,  un perro ladra y el agua se huele como mar. Pero un solo edificio aparece,suficiente, ¡es suficiente! Para matar la perfección de este lugar. De las hojas ya no hay rastro. Entonces la opresión empieza a clavarse en mi pecho y mis pisadas cada vez son mas lentas igual que los latidos de mi corazón intentando atrapar hasta la ultima gota de esencia de la corteza de los árboles. Pero las conversaciones cada vez son mas intranscendentales, mas mundanas. El sonido de una cascada más el retumbar de los cascos de un caballo aun salvan la fantasia. Pero al final aquel reino queda atras, todo se extingue y llego a la realidad, cruzo las puertas y la luz me ciega. Volví al mundo real. El rugir de los motores me ensordece y el humo de los tubos de escape me ciega, los ladrillos de los edificios me enclaustran. Siento alergia por el mundo real, quiero retroceder, correr en dirección contraría. Esconderme entre las hojas de los árboles a escuchar la voz del viento. Pero no. Me obligo a dar un paso, y otro, otro más. Así entro en el autobús que me devuelve a la realidad para olvidar aquel mundo de fantasía.

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